Los niños están saliendo del clóset cada vez más jóvenes y sus padres tienen que ayudarlos. Aquí les decimos cómo.
Cuando el hijo de Amelia –una bloguera de Huffingotn Post— le dijo que era gay, ella fue al centro comunitario LGBT de su ciudad para preguntar sobre grupos de apoyo para jóvenes en los que su hijo pudiera participar. Recuerda, “me dijeron, ‘tenemos grupos a partir de los 14 años’. Yo dije, ‘mi hijo tiene 7 años’”.
Incluso en el centro comunitario LGBT local es inusual pensar que niños tan pequeños sean gay. La infancia es, después de todo, una época en buena parte neutral donde el concepto de amor está generalmente reservado para los padres y el helado. Pero que los niños no estén comprometidos en vínculos románticos no significa que no desarrollen un sentido de sí mismos. Lo que tú eres no es un ritual de iniciación único como un bar mitzvah o una fiesta de quince años. Todo adulto homosexual fue un niño. Y en todos los salones y patios de recreo del Los Estados Unidos están nuestros futuros adultos gay. ¿Cómo criamos a nuestros niños –a todos nuestros niños— de una manera que reconozca y acepte esto?
Born this way es un argumento poderoso de la persistencia de la identidad y un fuerte testimonio en palabras e imágenes. “Supe que me gustaban las mujeres a los cinco años”, escribe una mujer. Una foto a los 6 años está acompañada de por las palabras “Aunque entonces no lo comprendía realmente, me sentía atraído por Superman”. Otro colaborador escribe “creo que me di cuenta que era gay como a los 3 o 4 años, pero no sabía que eso se llamaba ser gay”.
Aunque Paul dice que creó la página para que hombres y mujeres gay compartieran sus historias, ha atraído una gran audiencia que no esperaba. “La mayoría de correos que no son públicos en el blog son de padres que dicen ‘veo señales de esto en mi propio hijo’ y no saben cómo poner el tema. Yo les dijo, simplemente pon el tema. Dile a tus hijos ‘me puedes hablar de lo quieras porque te amo’. No es un tabú y no es sucio ni vergonzoso. No puedes describir estas atracciones y estos sentimientos innatos porque cada niño experimenta una versión personal de ellos. Creo que el gran error que cometen las personas homofóbicas es confundir los sentimientos con la sexualidad”.
Cuando equiparamos la identidad sólo con el sexo cometemos el error de posponer las conversaciones sobre orientación sexual. Corremos el riesgo de no equipar a todos nuestros niños con el vocabulario para expresar sus sentimientos y de no prepararlos para las tormentas sociales del bachillerato. Cuando esto pasa terminamos perdiendo niños como Carl Joseph Walker-Hoover quien se identificaba como heterosexual pero era acosado e insultado con diatribas homofóbicas. Se suicidó en el 2009 antes de cumplir los 12 años.
Uno pensaría que un mundo donde los niños tienen más oportunidades de ver personajes e imágenes heterosexuales y homosexuales, un mundo en el que es probable que tu hija juegue con un compañero que tenga dos papás, la noción de que un niña pueda ser gay no sería tan extraña ni causaría tanta confusión. Sin embargo, la heterosexualidad sigue siendo el camino esperado. Desde antes de su nacimiento a los niños se los empareja en broma como futuras citas para el baile de graduación, y todavía reciben una buena dosis de princesas casándose con guapos príncipes y piratas de capa y espada salvando damiselas en peligro. Si están buscando adoctrinamiento, creo que los heterosexuales son expertos en el tema.
Lauren, que creció siendo homosexual en Kentucky a finales de los años 80 dice “Una de las cosas más difíciles para todos los niños gay es que los padres tienen la tendencia involuntaria de forzar una narrativa muy heterosexual en sus hijos, incluso ante la evidencia de que puede que sus hijos no sean heterosexuales. A mí me llamaban una marimacha y asumían que cuando creciera se me iba a pasar”. Y aconseja “lo mejor que los padres pueden hacer por sus hijos hetero y homosexuales es no asumir nada sobre la sexualidad de sus hijos –y admitir que, incluso a una edad temprana, tus hijos tienen una. Hablen abierta –¡y casualmente!— de personas gay. Así, si años después los niños se dan cuenta que son homosexuales, pueden simplemente decir ‘oye, adivina qué, ¡soy gay!’ y los padres pueden decir, ‘¡chévere!’ y no pensarán que es una tarea ardua y difícil”.
Más aún, cuando los padres tienen esas conversaciones con sus hijos deben respetar lo que ellos les dicen. Amelia, quien ha estado escribiendo sobre su experiencia de crianza desde que su hijo empezó a insistir en que Blane, el personaje de Glee era su novio, dice: “creo que la gente es sobre todo desdeñosa. Como ‘sí, claro, tiene 7 años, qué va a saber’ Y yo digo éste es mi hijo, me tomo en serio sus sentimientos. Lo importante es que él se ve así y lo último que necesita es que nosotros le hagamos pensar que debería ser de otra manera”. Ella le dice a los padres “entre más quitemos ese estigma de miedo y odio, más niños que saben que son gay hablarán al respecto. Entiendo que es muy raro tener un hijo de siete años que se identifica como gay, pero no puedo evitar pensar que esto es la punta del iceberg”.
Estoy de acuerdo con ella. Este año, cuando mi hija mayor, Lucy, entró al bachillerato, rápidamente se hizo amiga de un compañero gay. Afortunadamente ella está en un colegio que tiene un currículo en contra del matoneo gay y recursos LGBT para niños desde sexto grado, pero igual es el bachillerato. Es difícil paracualquiera, sobre todo para un niño de 11 años que está fuera del clóset.
Lucy dice que los otros niños juegan tranquilamente entre sí o pueden caminar juntos por los pasillos, pero cuando su amigo intenta ser parte del grupo los niños rápidamente especulan sobre motivos ulteriores imaginados. “Siento que no es justo”, dice, “nadie hace un escándalo por las personas con las que yo ando”, y agrega, “algunos de esos niños se portan estúpidamente con él porque son unos estúpidos. Tener algo para burlarse hace que sea más fácil par ellos”. Pero esto no cambia a su amigo, “él sabe quién es” dice Lucy. Y eso es algo a lo que tendrán que acostumbrarse los compañeros a los que les incomoda.
Todos los niños se desarrollan a su propio ritmo, y esto incluye cómo desarrollan la conciencia de su orientación. No todos los niños de siete años están seguros de su heterosexualidad u homosexualidad. Pero lo que tenemos que hacer como padres y educadores es crear un espacio en la vida de nuestros hijos para permitirles comprenderse a sí mismos. Amelia dice “Tenemos que hacer una crianza en igualdad de derechos. Tenemos que preguntarnos ¿qué clase de mensaje le estoy dando a mis hijos?, y ¿es dañino este mensaje? Todo el tiempo recibo cartas de gente diciendo ‘la intención de mi papá no era ser terrible’”. Ella le recuerda a los padres “la gente ha tratado de hacer que los niños gay se vuelvan heterosexuales por mucho tiempo y no ha funcionado”.
Paul también apoya este sentimiento. “Yo crecí en una sociedad completamente heterosexual y yo no era así. Puedes creer lo quieras, pero cuando tienes a 600 personas en tu blog diciéndote ‘yo supe cuando era niño’ ¿por qué no les vas a creer?” y agrega “¿te imaginas lo genial que sería el mundo si cada niño fuera cuidado y protegido desde pequeño, en vez de ser aplastado hasta que tiene 19 años?
Si somos capaces de superar la idea que ser gay es algo en lo que uno se convierte un día porque jugaste o no jugaste fútbol o porque te vistes de una forma, si podemos superar la idea que orientación sexual equivale a sexo, entonces podemos dominar el miedo y la homofobia. Podemos dejar de asustarnos y de intentar cambiar a la gente. Podemos entender que cuando amamos y aceptamos a todas las personas estamos incluyendo a los niños. Y los niños necesitan todo el amor y la aceptación que podamos darles. Como explica Amelia: “la crianza es algo que escoges. Ser gay no”. Después ella lo explica de la forma más sencilla y básica, al hablar de su hijo de siete años dice “es nuestro hijo, sea como sea es genial”
Fuente: sentiido.com Texto publicado originalmente en Salon.com por Mary Elizabeth Williams.Traducción: Juliana Martínez
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