Ojalá no se hayan robado a la niña
Alondra e Irma padecieron siete meses de negativas y discriminación por parte de las autoridades, hasta que pudieron registrar a Aimée como hija de ambas. Éste es un hecho histórico para el DF y el país, que merece festejarse.
De todos los comentarios que leí en las redes sociales el pasado viernes sobre el registro de la primera mexicana con dos mamás, éste fue el que más me sorprendió. Una jovencita se lamentaba sobre el hecho y estaba seriamente preocupada por la posibilidad de que Alondra e Irma hubieran raptado a la pequeña Aimée Giovana, porque de todos es sabido que dos mujeres no pueden tener hijos juntas, quesque la biología se los impide.Otros se indignaron porque el gobierno del Distrito Federal haya consentido en ese anormal registro. La vida que le espera a esa pobre criatura, dioooos, qué no saben que la familia es sagrada y tiene que estar conformada por mamá, papá e hijos. ¡La pequeña nunca va a poder festejar el día del padre! ¿Qué le va a decir a sus compañeritos cuando le pregunten? Será estigmatizada de por vida.
La tercera variante de las impugnaciones recibidas dio cuenta del reiterado argumento respecto a que la homosexualidad es una enfermedad que tiene cura. Y que si no hay vacuna es porque existe un compló intergalactico que lo impide. Complot al que se ha sumado, dicho sea de paso, esa sociedad de consumo a la que cada vez le parece más cool que el sector ilustrado y chic de la comunidad gay marque tendencia (y genere ingresos) y vuelva incluso a la homosexualidad un tema aspiracional. Habrase visto semejante blasfemia.
Mientras esperábamos el viernes la llegada de las protagonistas de esta historia al Registro Civil, representantes de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, funcionarios, fotógrafos y reporteros, recibí un curso rápido acerca de las formas en que las parejas homosexuales, hombres y mujeres, han ido encontrando para darle vuelta a la biología, encabezadas por la inseminación artificial y la fertilización in Vitro.
Una pareja de defeñas acordó que una aportara el óvulo fecundado y la otra el vientre. Así que el bebé que nacerá tendrá naturalmente dos mamás. O bien aquella pareja de gays que proporcionaron sus espermatozoides para fecundar un par de óvulos donados, los cuales crecerán en el útero de una madre sustituta. Y serán hermanos y tendrán dos padres. Opciones hay, sólo es cuestión de tener recursos e imaginación.
Cuando últimamente me topo por la vida con gente que no concibe que una familia pueda tener un esquema distinto al de mamá-papá-e-hijos, me gusta recordar esa canción de Barney (sí, el dinosaurio morado que la mercadotecnia de las transnacionales creó para controlar a nuestros hijos) que dice que ninguna familia es igual y que la mía me gusta, claro que sí.
Hasta Barney sabe que hace mucho la familia dejó de ser mamá, papá e hijitos…
Por supuesto, a la canción de marras habría que agregarle ya el tema de la diversidad, pero Roma no se hizo en un día, chicos. Ahí la llevamos. ¿Qué se necesita para que los funcionarios del Registro Civil no vuelvan a negar sus servicios a la siguiente pareja gay que se presente con su retoño en brazos, como les sucedió a Irma y Alondra? Denunciarlos ante la Contraloría General del Distrito Federal o ante las propias oficinas del Registro. Darle seguimiento al compromiso que adquirió el director general del Registro, Hegel Cortés, de informar y capacitar a los jueces. Conocer nuestros derechos. Exigirlos.
Otra cosa es educar a la gente cuya religión y principios la tiene convencida de que la homosexualidad es un problema contranatura cuya propagación se debe impedir a toda costa. Las mamás de Aimée constataron de boca de una juez que esta convicción permea incluso entre los servidores públicos responsables de hacer valer nuestros derechos. Pues bien, ante la ignorancia y el prejuicio sólo queda la información y la aplicación de la ley, y de ahí la importancia de lo sucedido el pasado viernes.
Con la valiente denuncia de estas madres y la eficiente intervención de la CDHDF, a través de la Tercera Visitaduría encabezada por Sandra Gisela Gómez Jaimes, se ha hecho historia en el Distrito Federal. El respeto a la diferencia tiene que partir de la autoridad para que penetre en la población. No es un tema de si nos parece o no, la ley prohíbe la discriminación y punto. Entendamos todos que Aimée Giovana, Alondra e Irma tienen el derecho a formar su familia como cualquiera de nosotros tenemos derecho a formar la nuestra, como podamos y querramos. Y ya, por favor, que no tenga que venir un dinosaurio morado a explicárnoslo.
Fuente: Animal Político/Por: Mala Madre malamadred2@hotmail.com
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