El ala dura del Vaticano neutraliza al ministro que mostró comprensión con la situación de las parejas homosexuales
Las agencias de todo el mundo destacaban la pasada semana una noticia sorprendente: 'Histórico respaldo del Vaticano a los derechos de los homosexuales'. En la curia romana se tambalearon los muros pétreos y hasta el baldaquino de Bernini sufrió una sacudida como si se hubiera rasgado el velo del Templo. Vicenzo Paglia, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, había propuesto afrontar las cuestiones de las uniones entre personas del mismo sexo «en el ámbito del derecho privado, para garantizar así también las cuestiones patrimoniales». Y si bien dejaba claro que el matrimonio solo es entre un hombre y una mujer, apelaba a «evitar toda discriminación, porque todos los hijos de Dios tienen igual dignidad y son intocables». En efecto, parecía otro tono y un signo de cierta apertura.
Benedicto XVI, como buen alemán, ya ha dejado preparada la hoja de ruta en esta misión. El Vaticano presentará mañana ante la sede de la ONU en Nueva York la Carta de los derechos de la familia con motivo del 30 aniversario de su promulgación; en marzo lo hará en la sede de Ginebra y más tarde ante el Parlamento Europeo. En octubre habrá una peregrinación de familias a Roma con ocasión del Año de la Fe y el próximo Encuentro Mundial de las Familias se celebrara en 2015 en Philadelphia, en Estados Unidos, un país estratégico tras los reiterados apoyos de Obama a las uniones homosexuales.
El Vaticano pretende contrarrestar el 'efecto Obama', como antes luchó contra el 'efecto Zapatero'. España fue el cuarto país en regular los matrimonios homosexuales, dos días después de Canadá, aunque la ley española entró en vigor antes. Impulsada por el Gobierno socialista, la ley fue aprobada por el Congreso de los Diputados el 30 de junio de 2005. En Roma se encendieron todas las alarmas por la influencia que tendría una iniciativa de esas características en otros países, sobre todo en Latinoamérica. Entre 2000 y 2013, diez países de la UE han cambiado la legislación para autorizar el matrimonio homosexual. Además de España, lo hicieron Holanda, Bélgica, Portugal, Noruega, Suecia, Islandia y Dinamarca, hasta el año pasado. En enero lo han hecho Francia y Gran Bretaña. Ahora son 13 en todo el mundo, con Sudáfrica, Canadá y Argentina.
El Vaticano cada vez tiene mas países enfrente. Las dos últimas batallas las ha librado en campos distintos. Las ha perdido, pero ha contado con no pocos apoyos. En Francia, seis meses después de su victoria en las presidenciales, el socialista François Hollande ha cumplido una de sus principales promesas electorales al conceder a las parejas homosexuales los mismos derechos que tienen las heterosexuales, pese al virulento rechazo de las distintas iglesias y de los partidos de la derecha. En Gran Bretaña, el Parlamento ha dado luz verde al matrimonio homosexual, pese a la rebelión en la bancada de los 'tories', gracias al apoyo de los liberdemócratas y de los laboristas de Ed Milliband. La iniciativa le puede pasar factura a David Cameron cuando vuelva a las urnas en 2015, tras el rechazo de la mitad de los diputados conservadores. El nuevo arzobispo de Canterbury, Justin Welby, casado y padre de cinco hijos, ha reiterado la oposición de la Iglesia de Inglaterra a la propuesta del Gobierno británico.
Es en este clima de nuevas legislaciones en favor de los derechos de las parejas homosexuales en el que se han producido las palabras de Vicenzo Paglia, que han tenido mayor eco al pronunciarlas el ministro del Vaticano responsable de la materia en un Ministerio clave. Han sido unas palabras de afecto y compresión mas que de giro copernicano de una doctrina que, al día de hoy, es muy clara. Y es que el tono de este arzobispo no tiene nada que ver con el de otros. Paglia es uno de los ‘padres’ de la comunidad de San Egidio, a la que pertenecen también Andrea Riccardi, ministro en el gabinete de tecnócratas de Monti, y Mario Zuppi, obispo auxiliar, que ha estado en Euskadi para hablar de la gestión de este colectivo romano en distintos conflictos. Benedicto XVI ha visitado alguna de sus casas.
Paglia, un pastor sensible a los temas sociales, habló de combatir el hecho de que la homosexualidad sea considerada un delito en algunos países, y tuvo palabras de comprensón para las familias divididas y separadas. Llamó a tener una mayor «actitud de atención, apertura y acogida porque no existen familias de serie A y de serie B». Los sectores católicos progresistas han demandado una mayor flexibilidad en esta cuestión, al igual que en temas de moral sexual y sobre los divorciados, asuntos que esperan ya a quien suceda a Benedicto XVI.
Fuente: PEDRO ONTOSO/elcorreo.com
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